viernes, 4 de septiembre de 2009

Cuento “EL ESPANTO DEL AGUIL”

En los años 1927 y 1928 cuando la gente de Aguachica se turnaba y repartía los agüiles para lavar, bañarse y sacar agua de las fuentes del Bosque, hubo un rumor de que los agüiles se encontraban encantados e invadidos por fantasmas, que aparecían en las noches y se veían rondando en forma de luz.

Todo sucedió cuando la difunda Juana Pérez alistaba sus ropas para ir a lavarlas al agüil, ya que a ella le gustaba realizar este oficio pero de noche y como no tenía lámpara para alumbrar su camino, cogía un tiesto con cebo y un pabilo y lo prendía. Sin darse cuenta de lo que pasaría, repetía tal labor doméstica de vez en cuando.

Entre tanto, la gente que vivía cerca del Bosque observaba a lo lejos una luz que se movía, que se apagaba y se volvía a prender; poco a poco el rumor fue corriendo sobre los fantasmas del agüil y muchos empezaban a atemorizarse, pues su refugio natural estaba siendo poseído.

Cierta vez, unos jóvenes fueron a bañarse al caño que corría a lo largo del Bosque y entre juego y juego les cogió la noche, al verse en oscuras decidieron regresas a sus casas, pero en esas divisaron a lo lejos una luz, invadidos por la curiosidad cambiaron el rumbo y sorprendidos por la aparición se apresuraron a mirar y constatar la revelación.

Ya cerca y despavoridos por ver al fantasma de los agüiles se encontraron con la sorpresa de que la señora Juana Pérez estaba lavando y que era ella el famoso espanto que asustaba con su lámpara de cebo al pueblo.

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