viernes, 4 de septiembre de 2009

ANECDOTA DE AGUILES

Cuenta Doña Rebeca Martínez que las gentes de Aguachica se volcaban al Bosque para utilizar celosamente los lavaderos y baños, y que se turnaban y repartían los agüiles para realizar sus oficios y necesidades domesticas. Los que vivían el la parte de arriba de Aguachica se dividían los agüiles del caño el cristo y los que habitaban la zona de abajo usaban los del Bosque.

Los niños sacaban agua para llevarla a la escuela y los que tenían burros y mulos llenaban sus canecos de la parte baja del caño el Pital y los transportaban hasta el pueblo para ser vendidos entre las familias más pudientes ó para el servicio normal de sus viviendas.

Cuenta Nahún Rincón Galviz, que a mediados de la década de los 50 y hasta los años 80, era casi un rito obligatorio para los residentes de Aguachica cuando recibían en sus viviendas algún forastero, llevarlo a disfrutar de la frescura del Bosque el Agüil; ya en el sitio, se le dejaba en libertad para que por iniciativa propia, bebiera agua de alguno de los chorros que salen del nacedero principal sobre los árboles de caracolí y si éste lo hacia según la tradición, seguro que se casaría en esta localidad.

Rodolfo Rincón Páez cuenta que la cultura aguachiquense gira en torno al agua que fluye de los manantiales y afluentes del Bosque el Agüil; la historia relatada por familias tradicionales del municipio como los Prieto, Pabón, Awad, Rincón, Duartes, Pacheco y otros, revela que este patrimonio natural era lugar obligado para el disfrute, esparcimiento y celebraciones amorosas, así como el tradicional paseo familiar y las festividades de la santa cruz de mayo, por lo que es imposible olvidar dicha raíz cultural de la municipalidad.

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