Fue en el solar de Toñita Merlano en el año 1929, donde se oyó por primera vez en horas nocturnas un aullido espantoso. Todos los vecinos se pusieron a rezar y al amanecer cuando bajaban al Bosque del Agüil a traer agua, se formaron estos diálogos:
- ¿Y vos no sentiste el aullido de un perro anoche?
- Claro. ¡Fue en casa de
- Pues yo si creo, porque ese no era un perro. Era como un hombre perro.
Y así todo el día, las conjeturas y habladurías. Ya de noche, todos en el pueblo cerraron sus casas y no durmieron esperando los aullidos. Hasta que a las doce, se escuchó la tonada pero más fuerte. De ahí en adelante no quedó patio en donde no aullará el animalejo.
El padre era llevado a las casas para regar agua bendita y quemar ramo del domingo anterior a
Todos los días aumentaba el pánico social y la soledad en el pueblo, hasta tal punto que compraban panela para tomársela y no hacer otra cosa de comer.
Cuentan que un policía apodado “Sancocho e muelas”, decidió enfrentarse al animalejo, pues no creía en los rumores, a lo que dijo: “Y esta noche déjenmelo a mi con el cachón!!
No dijo mentira el policía y a las doce de la noche, se oía el aullido por un lado y los gritos de un hombre por otro, una confusión espeluznante, hasta que al pasar por la comandancia, el hombre gritó tan fuerte que se levantó el guardia, abrió la puerta y dejó entrar a “Sancocho e muelas”, quién se privó de una. Al amanecer contó que el perro era verdaderamente negro, que botaba candela por los ojos y espuma por la boca, que le había dicho que era un difunto de la población que estaba en pena y que el diablo le había puesto de penitencia no dejar dormir a los de Aguachica hasta que su mujer dejara de tener mala vida.
Igualmente, dijo que el perro le había pedido un ternero sacado de una vaca acabada de matar y esto se hizo así, reuniéndose como diez personas en el matadero, con ramos benditos, cruces, escapularios, oraciones, etc. Sacaron el ternerito y juntos se fueron a dejarlo en la esquina de la calle segunda con carrera 14 hoy. Cuando lo estaban acomodando oyeron el aullido en la quebrada del Pital y no se puede contar los tropezones que se dieron unos con otros, las oraciones y las carreras.
Bueno el acabóse vivía en Aguachica, hasta cuando una noche no se oyó el dichoso perro y vinieron las noticias un martes por los primeros pasajeros del Cable Aéreo, que en Río de Oro estaba un perro negro aullando y que la gente estaba metida en la iglesia clamando para que el animal se fuera del lugar.
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