Jairo Valderrama Barco define “el medio ambiente es el hogar del hombre en la naturaleza, son los suelos, las aguas, las plantas, los animales, el aire y el hombre mismo".
viernes, 4 de septiembre de 2009
EL BOSQUE DEL AGUIL
CROQUIS DEL BOSQUE EL AGUIL Y MAPA DE UBICACION
LA FIESTA DE LA SANTA CRUZ DE MAYO EN AGUACHICA
Es tres de mayo de 1976. Esa mañana los voladores despertaron a la ciudad de Aguachica, avisando la fiesta de
Venancio Pabón, Virgilio Guerrero y otros tantos, fueron niños jóvenes y se envejecieron organizando la fiesta de
Mientras caen unos para buscar la compañía del que fuera crucificado, otros como Hernán Pabón, Helí Prieto, Rafael Guerrero, Martín Contreras y otras personalidades acompañan al querido “Nancho”, a Venancio Pabón, vástago de aquellas épocas, que han formado a través del tiempo una institución sagrada del folclor y la tradición del pueblo.
El programa se pegaba como aviso en los corredores de las casas para ser leído todos los días con el fin de saber que tocaba en cada fecha. Se podía leer en forma parecida lo siguiente: Día tal, de la grandiosa novena a
Las celebraciones aun por parte de un grupo antiguo de fieles (pobladores) siguen en la actualidad, pero manifestándose en gran parte el deterioro del sitio.
ANECDOTA DE AGUILES
Cuenta Doña Rebeca Martínez que las gentes de Aguachica se volcaban al Bosque para utilizar celosamente los lavaderos y baños, y que se turnaban y repartían los agüiles para realizar sus oficios y necesidades domesticas. Los que vivían el la parte de arriba de Aguachica se dividían los agüiles del caño el cristo y los que habitaban la zona de abajo usaban los del Bosque.
Los niños sacaban agua para llevarla a la escuela y los que tenían burros y mulos llenaban sus canecos de la parte baja del caño el Pital y los transportaban hasta el pueblo para ser vendidos entre las familias más pudientes ó para el servicio normal de sus viviendas.
Cuenta Nahún Rincón Galviz, que a mediados de la década de los 50 y hasta los años 80, era casi un rito obligatorio para los residentes de Aguachica cuando recibían en sus viviendas algún forastero, llevarlo a disfrutar de la frescura del Bosque el Agüil; ya en el sitio, se le dejaba en libertad para que por iniciativa propia, bebiera agua de alguno de los chorros que salen del nacedero principal sobre los árboles de caracolí y si éste lo hacia según la tradición, seguro que se casaría en esta localidad.
Rodolfo Rincón Páez cuenta que la cultura aguachiquense gira en torno al agua que fluye de los manantiales y afluentes del Bosque el Agüil; la historia relatada por familias tradicionales del municipio como los Prieto, Pabón, Awad, Rincón, Duartes, Pacheco y otros, revela que este patrimonio natural era lugar obligado para el disfrute, esparcimiento y celebraciones amorosas, así como el tradicional paseo familiar y las festividades de la santa cruz de mayo, por lo que es imposible olvidar dicha raíz cultural de la municipalidad.
Poema "BOSQUE DEL AGUIL"
Morada del Turpial de suave canto
Del Cardenal y el Azulejo vida
De fuentes cristalinas el remanso
Floresta tropical donde el Canario anida.
En tus parajes se recrea
Y el Colibrí tornasolado gira
Sobre la flor que colorea el paisaje
Buscando el néctar que su sed mitiga.
Nacer de madreviejas, olor de flora antigua
Fresco sombrío que mi recuerdo inspira
Cuando te hallé con mis primeros pasos
Tejí ilusiones, construí sueños pletóricos de vida
Y en ablución de aquel ritual sagrado
Que la canícula solar obliga
Limpié mi cuerpo, acrisolé mi alma
De mi primer pecado compungida.
Caracolíes añosos y añejos higuerones
Tejen en verde cúpula el follaje
Bosque del Agüil naturaleza viva
Mudo testigo de cotidiana historia
Solar del aborigen, del español oasis
Concierto celestial de aves canoras
Camino hacia la cruz abrazo santo
De Cristo Redentor sobre Aguachica toda.
Oswaldo J. Granados Navarro
Leyenda “EL PERRO NEGRO DE LOS AGUILES”
Fue en el solar de Toñita Merlano en el año 1929, donde se oyó por primera vez en horas nocturnas un aullido espantoso. Todos los vecinos se pusieron a rezar y al amanecer cuando bajaban al Bosque del Agüil a traer agua, se formaron estos diálogos:
- ¿Y vos no sentiste el aullido de un perro anoche?
- Claro. ¡Fue en casa de
- Pues yo si creo, porque ese no era un perro. Era como un hombre perro.
Y así todo el día, las conjeturas y habladurías. Ya de noche, todos en el pueblo cerraron sus casas y no durmieron esperando los aullidos. Hasta que a las doce, se escuchó la tonada pero más fuerte. De ahí en adelante no quedó patio en donde no aullará el animalejo.
El padre era llevado a las casas para regar agua bendita y quemar ramo del domingo anterior a
Todos los días aumentaba el pánico social y la soledad en el pueblo, hasta tal punto que compraban panela para tomársela y no hacer otra cosa de comer.
Cuentan que un policía apodado “Sancocho e muelas”, decidió enfrentarse al animalejo, pues no creía en los rumores, a lo que dijo: “Y esta noche déjenmelo a mi con el cachón!!
No dijo mentira el policía y a las doce de la noche, se oía el aullido por un lado y los gritos de un hombre por otro, una confusión espeluznante, hasta que al pasar por la comandancia, el hombre gritó tan fuerte que se levantó el guardia, abrió la puerta y dejó entrar a “Sancocho e muelas”, quién se privó de una. Al amanecer contó que el perro era verdaderamente negro, que botaba candela por los ojos y espuma por la boca, que le había dicho que era un difunto de la población que estaba en pena y que el diablo le había puesto de penitencia no dejar dormir a los de Aguachica hasta que su mujer dejara de tener mala vida.
Igualmente, dijo que el perro le había pedido un ternero sacado de una vaca acabada de matar y esto se hizo así, reuniéndose como diez personas en el matadero, con ramos benditos, cruces, escapularios, oraciones, etc. Sacaron el ternerito y juntos se fueron a dejarlo en la esquina de la calle segunda con carrera 14 hoy. Cuando lo estaban acomodando oyeron el aullido en la quebrada del Pital y no se puede contar los tropezones que se dieron unos con otros, las oraciones y las carreras.
Bueno el acabóse vivía en Aguachica, hasta cuando una noche no se oyó el dichoso perro y vinieron las noticias un martes por los primeros pasajeros del Cable Aéreo, que en Río de Oro estaba un perro negro aullando y que la gente estaba metida en la iglesia clamando para que el animal se fuera del lugar.